CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco pidió a los médicos católicos que se nieguen a practicar abortos, con lo que emitió un mensaje claro luego de que él mismo criticara a la iglesia por su obsesión con “reglas mezquinas” que han alejado a los fieles.
Durante una audiencia con ginecólogos católicos celebrada el viernes, el papa pareció ofrecer así una rama de olivo a los sectores más doctrinarios y conservadores de la iglesia al recordar que El Vaticano ha defendido la vida desde la concepción.
Denunció la “cultura del deshecho” que justifica disponer de una vida. “Todo niño que no ha nacido, pero injustamente es condenado a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, el rostro del Señor”, afirmó.
En una entrevista publicada el jueves, Francisco pidió a la iglesia ser más compasiva y concentrarse menos en las reglas, lo que representa un cambio radical de prioridades para un sumo pontífice. La entrevista causó conmoción entre el ala más doctrinaria.
Antes de que la entrevista se publicara, los sectores conservadores habían mostrado descontento porque el papa no ha hecho pronunciamientos fuertes sobre asuntos controversiales como el aborto, la homosexualidad y el matrimonio gay. Francisco dijo al periódico jesuita La Civilta Cattolica que la doctrina de la iglesia en esos temas es bien conocida y la respalda, por lo que no cree que sea necesario repetirla constantemente.
Sin embargo, el viernes repitió ese mensaje. En su mensaje denunció la “cultura del deshecho” y dijo que los médicos han sido forzados a “no respetar la vida”.
Pidió a los ginecólogos respetar sus convicciones y traer más vidas al mundo. “Los objetos tienen un precio y pueden venderse pero las personas tienen una dignidad que no tiene precio y vale más que cualquier cosa”, dijo.
Los comentarios de Francisco en la entrevista no significan un cambio en la doctrina de la iglesia pero sí representan un radical cambio de tono y contrastan las prioridades de sus dos inmediatos predecesores.
Juan Pablo II y Benedicto XVI eran intelectuales cuya doctrina orientó la elección de una generación de obispos y cardenales que, en países como Estados Unidos, se han distinguido por su oposición al aborto y el matrimonio gay. Ahora se les pide que se acerquen a gente que se ha apartado de la iglesia y les ofrezcan un cálido regreso a su seno.