NUEVA YORK (AP) — El presidente Barack Obama animó el martes al Congreso a aprobar este año una reforma a las leyes de inmigración. Sin embargo, su discurso decepcionó a algunos activistas y dreamers que esperaban que el mandatario anunciara el fin de las deportaciones de inmigrantes que contribuyen a la sociedad estadounidense.
Obama dedicó sólo unos segundos al tema de la inmigración en su discurso anual del Estado de la Unión, en que exhortó a representantes demócratas y republicanos a llegar a un acuerdo y cambiar las leyes de inmigración.
Para algunos el discurso no tuvo la suficiente fuerza.
“El presidente pasó bastante tiempo hablando sobre ciudadanía pero sin relacionarla con nuestra lucha. Obviamente estamos decepcionados con eso”, dijo Lorella Praeli, una dreamer peruana de 25 años que fue invitada por la congresista demócrata de California Zoe Lofgren a escuchar el discurso en el Capitolio.
“En un mundo ideal creo que (el presidente) habría hablado del daño que ha hecho a las familias que ha separado a través de sus políticas de deportación y que sería audaz y lideraría con el ejemplo y con su poder ejecutivo para ofrecer asistencia a más gente en la comunidad”, agregó Praeli, del grupo United We Dream.
Obama centró su discurso en la desigualdad y en su programa para frenar la pobreza, proponiendo un aumento del salario mínimo a por lo menos 10,10 dólares la hora.
El presidente destacó que si el país toma en serio el crecimiento económico es momento de escuchar a líderes sindicales, religiosos y del cumplimiento de la ley, y solucionar los problemas que plagan el sistema migratorio del país.
“Economistas independientes dicen que una reforma migratoria hará crecer nuestra economía y reducirá el déficit en casi un billón de dólares en las próximas dos décadas”, dijo Obama. “Y por una buena razón: cuando la gente viene aquí a cumplir sus sueños — a estudiar, inventar y contribuir a nuestra cultura —hacen de nuestro país un lugar más atractivo para que se instalen las empresas y para generar empleo para todo el mundo”.
El presidente agregó que los senadores republicanos y demócratas ya hicieron lo suyo.
“Sé que legisladores de ambos partidos en la Cámara quieren hacer lo mismo”, agregó.
La reforma migratoria ha quedado estancada en el Congreso porque la mayoría republicana en la Cámara de Representantes se ha negado a debatir un proyecto de ley aprobado en junio por el Senado, de mayoría demócrata, que incluye la opción a la naturalización de 11 millones de inmigrantes sin autorización. El presidente de la Cámara, John Boehner, republicano por Ohio, rechazó negociar la propuesta con el Senado.
Varios legisladores republicanos han dicho que se oponen a la naturalización porque aseguran significaría premiar a personas que infringieron la ley al entrar a Estados Unidos. En lugar de una reforma integral, la Comisión Judicial de la Cámara ha preferido tomar el tema por partes.
Pablo Alvarado, director de la Red Nacional de Jornaleros, dejó clara su decepción con el discurso del presidente a través de un comunicado.
“El presidente ya ha demostrado que tiene amplia autoridad legal en materia de inmigración, pero hasta la fecha ha ejercido esa autoridad malamente como parte de una estrategia política fallida”, dijo el activista. “Al permitir una cifra récord de deportaciones, se ha arriesgado políticamente a costa de las familias de inmigrantes. En las próximas semanas continuaremos exigiendo cambios en lo que todo el mundo cree es una situación injusta”.
César Vargas, un dreamer mexicano de grupo Dream Act Coalition, destacó que Obama ni siquiera mencionó las deportaciones en su discurso.
“Teníamos la esperanza de que el presidente anunciaría un plan ambicioso o que anunciaría más medidas ejecutivas para frenar las deportaciones”, señaló el joven inmigrante.
Por su parte, los republicanos no hicieron mucho énfasis en la inmigración no autorizada en su respuesta oficial al discurso de Obama. Cathy McMorris, representante federal y presidenta de la Conferencia Republicana, fue la encargada de dar el discurso de respuesta.
“Estamos trabajando en una reforma de las leyes de inmigración con soluciones específicas que primero se centren en la seguridad fronteriza y que nos aseguren que Estados Unidos siga atrayendo a los mejores, a los más brillantes y a los más trabajadores del mundo”, señaló.
Aunque las deportaciones han llegado a cifras récord durante la presidencia de Obama — un promedio anual de casi 400.000 — el presidente fue reelegido en el 2012 con 71% del voto hispano.
Lamar Smith, legislador republicano por Texas, calificó de “antinorteamericana” la política de inmigración del presidente.
“Ayuda a los que no son ciudadanos pero perjudica a los ciudadanos estadounidenses”, dijo el político en un comunicado. “El presidente quiere otorgar permisos de trabajo a millones de inmigrantes ilegales que después competirán con estadounidenses sin trabajo por pocos empleos”.
Al no lograr la aprobación de una reforma, algo que el presidente prometió durante sus campañas electorales, Obama creó en 2012 un programa de suspensión temporal de deportación para jóvenes que fueron traídos al país sin autorización por sus padres cuando eran niños. Según datos federales, hasta septiembre del 2013 más de 567.000 jóvenes, conocidos como “dreamers”, se beneficiaron de la medida, que incluye el permiso de trabajo.
El debate sobre los cambios en las leyes de inmigración prosigue en un año en que muchos legisladores enfrentan elecciones. Los candidatos republicanos podrían verse amenazados por adversarios más conservadores que aseguren que cambiar el estatus migratorio de personas no autorizadas a vivir en el país equivale a premiar a los que infringieron la ley.
Los líderes de la Cámara y otros republicanos trabajan en su propias propuestas, que esperan presentar pronto a sus colegas.