PYONGYANG, Corea del Norte (AP) — Corea del Norte apremió el martes a todas las empresas extranjeras y los turistas que se encuentren en Corea del Sur a que se retiren del país debido a que, según dijo, ambas naciones están al borde de una guerra nuclear.
La nueva amenaza al parecer se inscribe en las intenciones de Pyongyang de mantener el nerviosismo en la región.
Según analistas, un ataque directo contra Seúl es extremadamente improbable y no hay señales abiertas de que el ejército norcoreano de 1,2 millones de hombres se apreste para una guerra, mucho menos para un conflicto nuclear.
El mando militar surcoreano informó del desplazamiento de misiles en la costa este de Corea del Norte pero nada apunta hacia Corea del Sur.
Sin embargo, las advertencias de Corea del Norte de que no podrá garantizar la seguridad de los diplomáticos extranjeros después del 10 de abril han suscitado temores de que el país efectuará el miércoles el disparo de prueba de un misil o un ensayo atómico, lo cual derivará en represalias estadounidenses.
Estados Unidos y Corea del Sur incrementaron sus niveles de defensa, igual que Japón, que instaló el martes interceptores de misiles PAC-3 en sitios estratégicos alrededor de Tokio como medida de precaución frente a la posible prueba de algún misil balístico por parte de Corea del Norte.
“La situación en la Península Coreana se acerca a una guerra termonuclear debido a las acciones hostiles cada vez más evidentes de Estados Unidos y los belicistas títeres surcoreanos, así como a su proceder para una guerra contra” el norte, dijo la Comisión Norcoreana para la Paz en Asia Pacífico, una organización que se ocupa de asuntos regionales.
La declaración es similar a amenazas anteriores que analistas describen como un intento por incrementar el nerviosismo en las capitales extranjeras.
Para los observadores, el alud de profecías norcoreanas de destrucción y muerte y los esfuerzos para incrementar la histeria belicista tienen en parte como objetivo impulsar en el país la imagen del gobernante joven Kim Jong Un, quien es relativamente nuevo en el poder, y para mostrarlo como un dirigente militar decidido.
Otra razón podría ser aprovechar las amenazas de guerra para lograr que Seúl y Washington modifiquen sus posturas a políticas amistosas hacia Pyongyang. La semana pasada, Corea del Norte dijo a diplomáticos extranjeros en Pyongyang que a partir del miércoles ya no podría garantizarles la seguridad. No está clara la importancia de esa fecha.
A pesar de la histeria de guerra, continúa la llegada de turistas a Pyongyang.
El australiano Mark Fahey dijo que no le preocupaba la posibilidad de una guerra. “Sabía que cuando yo llegara aquí probablemente sería muy diferente a lo que informaba la prensa”, dijo Fahey a The Associated Press en el aeropuerto de Pyongyang.
En Seúl, la portavoz presidencial Kim Haing dijo a la prensa que las advertencias de Corea del Norte equivalían a una “guerra psicológica”.
“Sabemos que tanto los extranjeros que residen en Corea del Sur como nuestros nacionales no se inmutan”, agregó.
La presidenta surcoreana Park Geun-hye, que ha intentado reanudar el diálogo con Corea del Norte, así como la asistencia desde que asumió el cargo en febrero, manifestó el martes su exasperación ante lo que describió como el “interminable círculo vicioso” en el que Seúl responde a la conducta hostil de Pyongyang con acuerdos y lo único que consigue es más hostilidad.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, describió como “muy peligrosas” las tensiones y afirmó que cualquier incidente pequeño derivado de un mal cálculo podría “crear una situación incontrolable”.
Asimismo el martes, Corea del Norte dijo que suspendía las labores en el parque industrial Kaesong, cerca de su frontera, en el que se combina tecnología y conocimientos surcoreanos con mano de obra barata norcoreana.
Corea del Norte retiró a más de 50.000 trabajadores del complejo, el único elemento restante de la cooperación económica entre ambos países que había dado inicio hace una década cuando las relaciones era mucho más cálidas.