NUEVA YORK (AP) — El productor Michael Colina regresará al Carnegie Hall para presentar el concierto “Chaconnes Through Time” representativo de la nueva etapa en su prolífica carrera.
Luego de trabajar por más de dos décadas con celebridades del jazz, pop y R&B como David Sanborn o James Taylor, el compositor hijo de padre cubano y de madre estadounidense, decidió retomar una de sus viejas pasiones: componer música clásica.
El lunes se estrenará a nivel mundial su “chaconne”, una variedad musical originada en Cuba hace siglos, que será ejecutada por su colaboradora la violinista Anastasia Khitruk.
“Anastasia y yo empezamos a investigar sobre el ‘chaconne’ y descubrimos que sus orígenes se encuentran en la Cuba de 1600. Entonces era una música para bailar en los bares. Era sexy”, dijo Colina a The Associated Press durante una entrevista telefónica.
“Era como hoy es la salsa, el mambo o la rumba. Luego esta música fue tomada en Europa y hecha realmente famosa por Johann Sebastian Bach quien pasó de convertirla en algo sensual a una obra de arte”.
A pesar de tratarse de una composición clásica, Colina no dejó de lado la influencia caribeña que ha impregnado su carrera.
“En mi ‘chaconne’ uso bolero, jota… diferentes variaciones que son más latinas”, dijo.
En el concierto también se ofrecerán diversas aproximaciones que se han hecho al ‘chaconne’ incluyendo piezas de Bach y otros compositores, que serán interpretadas igualmente por la pianista Elena Baksht.
La llegada del ganador de tres premios Grammy al mundo de la música clásica se gestó a lo largo de años.
“En 1999 el teléfono dejó de sonar. Ya no había más llamadas de trabajo para producir jazz”, explicó Colina desde Florida, donde reside actualmente.
“El impacto que tuvo Internet al ofrecer la posibilidad de bajarse música, cambió la industria discográfica de una manera drástica. Yo cobraba lo que cobraba un productor ‘senior’, pero entonces estaban los jóvenes que empezaban en esta industria y que con tal de poder trabajar aceptaban cobrar unos 500 dólares. El trabajo fue a peor y cada vez era más mal pagado”, señaló Colina, de 64 años de edad. “Así decidí que si ya no iba a hacer dinero iba a empezar a escribir la música que realmente amaba, la música clásica”.
Colina no entró a un mundo desconocido con la música clásica, género que estudió originalmente y con el cual comenzó su carrera en Nueva York en la década de 1970.
“Vine a Nueva York y escribí música para teatro, como para (el circuito) off Broadway, la Mama, the West Bank, el teatro de Shakespeare….pero hacía tan poco dinero que apenas me podía pagar el alquiler. Así que busqué un trabajo que me diera dinero regularmente, un trabajo normal, y lo conseguí en una casa de grabación donde aprendí a hacer música para la televisión”.
Hasta que en 1978 conoció al saxofonista David Sanborn, quien lo contrató para producir su álbum.
“Y ese fue el inicio de mi carrera como productor de jazz, que no pararía en veinte años”, dijo
Su carrera tuvo un nuevo giro por un viaje con su padre a Cuba, país que no había visitado desde su niñez.
“Ibamos cada verano a Cuba, desde que yo tenía 6 meses hasta 1959, cuando la Revolución. En aquella época era un paraíso tropical, escuchar la música y ver el baile… Mi padre me sacaba de la cama para ir a los bailes, ya que no empezaban hasta las diez de la noche, y me quedaba ahí en la puerta y observaba a la gente bailar y beber….olía el humo de los cigarros. Esto tuvo una gran influencia en mí”, dijo Colina.
Su padre, originario de la ciudad cubana de Casilda, emigró en 1939 a Estados Unidos, donde se casó con la madre del compositor en Charlotte, Carolina del Norte, a pesar de la oposición su abuela materna. La pareja adoptó a Colina cuando éste tenía apenas cinco semanas de vida. A su regreso a Cuba, en 1999, el compositor tomó conciencia de esa parte de él que había quedado olvidada.
“Los sonidos cubanos regresaron a mí y decidí que sería importante dejar llevar estas raíces latinas más conscientemente a mi música. Fue el inicio de mi nueva segunda carrera”, apuntó.
