Kenny Rogers llega a su cumpleaños 75 con un disco que mezcla lo familiar con lo desafiante, buscando nuevos éxitos y explorando nuevas ideas, como la inmigración, antes de ser incorporado al Salón de la Fama de la Música Country.
Rogers relata las dificultades que enfrenta un inmigrante mexicano en la balada con toques españoles “Dreams Of The San Joaquin”, y pone a la gente a bailar en “Don’t Leave Me in the Night Time”, con una colaboración del acordeonista Buckwheat Zydeco y tiene una narrativa compleja sobre luchar contra la obscuridad en el mundo moderno en “Turn This World Around”, un dueto con el joven cantautor Eric Paslay.
La edad de Rogers se deja ver ocasionalmente en lo desarreglado de su tono vocal y en los límites que tiene. Pero Rogers siempre hizo que lo ronco de su voz trabajara a su favor, y se mantiene en la mayoría de sus 11 canciones nuevas. Sorprendentemente, tiene notas altas y llenas de fuerza cuando se requiere, igualando a Dolly Parton en el dueto que tiene con ella o en los pasajes explosivos de la melancólica pieza que da título al disco, que perfectamente habría cabido en cualquiera de sus álbumes solistas en las décadas pasadas.
Ocasionalmente llega demasiado lejos, como en “‘Merica”, la primera canción patriótica que hace referencia a un niño al que le pegan y a un tío borracho. En la mayor parte de “You Can’t Make Old Friends” (Warner Bros.) Rogers demuestra que puede interpretar esas baladas románticas y canciones con mucha narrativa que han creado su reputación.