SANTIAGO, Chile (AP) — El significado de la palabra glaciar está en el centro de una batalla legislativa chilena que podría decidir el futuro de la minería de uno de los principales productores de cobre del mundo.
El resurgimiento de un proyecto de ley en el Congreso que busca proteger los glaciares mediante la prohibición de la minería en zonas de glaciares demarcadas según una definición bastante amplia, ha desatado un gran debate entre empresarios, agricultores y ambientalistas en torno a cómo proteger la fuente de agua y la industria minera al mismo tiempo. Si la ley es aprobada, algunos expertos creen que podría paralizar proyectos mineros de miles de millones de dólares y afectar las inversiones.
La clave será determinar si los glaciares incluyen las áreas periglaciales a su alrededor y si las protecciones se aplicarían retroactivamente a las minas que ya están operando junto a ellos. “Si se aprueba la ley con condiciones duras podría perjudicar no solo las operaciones de proyectos actuales sino también proyectos futuros”, declaró Juan Carlos Guajardo, director del centro de estudios de minería CESCO en Chile. “Dependiendo de las condiciones, podría resultar muy difícil desarrollar la actividad minera en zonas de alta montaña”.
Ambientalistas dicen que los glaciares desempeñan un papel tan importante en la protección del agua de Chile que es razón suficiente para expandir su definición.
Un glaciar es una masa de nieve compacta que forma hielo y que sobrevive en los meses de verano. Son importantes porque actúan como represas naturales y almacenan agua a ser usada todo el año luego de que la nieve del invierno se ha derretido. Incluso los glaciares pequeños pueden almacenar cantidades enormes de agua que resulta vital en los meses cálidos y, sobre todo, durante períodos de sequía.
Del otro lado de los Andes, en Argentina, una ley del 2010 hace una definición muy amplia de los glaciares, que teóricamente protege no solo las masas heladas que la mayoría de la gente asocia con ese término sino también los “glaciares de roca” y aguas subterráneas congeladas dentro de las montañas donde los glaciares ya se han derretido en la superficie. El Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales, que tuvo un papel importante en la elaboración de la ley de glaciares, promovió esa definición porque se cree que la mayor parte de las aguas de glaciares provienen de esas reservas.
La ley argentina casi no se hace cumplir por ahora, pero la minería todavía tiene mucho por desarrollarse al este de la cordillera de los Andes.
En Chile, en cambio, un paso de ese tipo podría tener un impacto mucho más grande en el suministro mundial de cobre y oro.
La minería le ofrece a los pobres de Chile su mejor oportunidad de acceder a la clase media, especialmente en las zonas desérticas del norte. El cobre genera una tercera parte de los ingresos del gobierno y el estado tiene la política de aumentar las reservas nacionales durante períodos de precios altos.
Chile tiene algunas de las normas más estables de América Latina respecto a la minería, el pilar de su economía. Pero tiene además la mayor cantidad de glaciares, que van desde la helada Patagonia hasta sus latitudes más al norte.
Si Chile acepta una definición más amplia, se podrían ver severamente afectadas las esperanzas de la industria chilena de extraer oro y cobre en sitios donde las masas heladas se han alejado de la superficie, dejando al descubierto vetas que comparten las cimas de montañas con otras formas de agua de glaciares.
Los ambientalistas ya han demandado mayores protecciones para las poblaciones cercanas y los recursos naturales y hay proyectos mineros que han soportado costosas demoras.
Jorge Daniel Taillant, director del Centro de Derechos Humanos y el Medio Ambiente, dijo que los glaciares son un recurso vulnerable que corre peligro por la actividad minera.
Taillant observa el cumplimiento de las leyes ambientales por parte de las compañías mineras y se ha concentrado en el impacto que la industria minera tiene en los glaciares en decenas de proyectos mineros en Argentina y Chile.
“Una definición amplia de los glaciares en la ley ayuda a abarcar la gran cantidad de glaciares que hay en los Andes”, dijo Taillant. “Proteger solo los glaciares blancos descubiertos más conocidos no basta. Los glaciares que se derriten son una de las manifestaciones del cambio climático y por ello necesitamos leyes que protejan glaciares vulnerables al clima”.
De ser aprobada, la ley podría suspender operaciones mineras como el proyecto Pascua Lama de 8.000 millones de dólares de Barrick o la expansión de 6.800 millones de dólares de la mina Andina 244 de la empresa estatal Codelco. Ambas minas están rodeadas de glaciares y de áreas permafrost, con capas de hielo permanente en la superficie. Para seguir adelante, los proyectos requerirían más garantías de que no afectarán el hielo.
La reaparición del proyecto de ley se produce en momentos en que el proyecto Andina es muy cuestionado. La minera estatal quiere convertirla en su mina estelar y que produzca más de 600.000 toneladas métricas de cobre por año, comparado con las 250.000 de ahora.
Codelco dijo en un comunicado que cree que el proyecto de ley sobre glaciares no es necesario porque Chile ha establecido normas que protegen los glaciares desde que la iniciativa se discutió por primera vez en el 2006.
“Dependiendo de cómo salga esa ley de glaciares podría ser bastante complicada. En realidad a lo mejor el proyecto no se podría desarrollar porque aquí estamos cercanos a glaciares”, expresó Juan Carlos Jofre, jefe de sustentabilidad del proyecto Andina 244.
Codelco dice que en el proyecto de expansión de Andina se intervendrán seis glaciares de roca: uno que será cubierto por un botadero y cinco glaciares que serán parcialmente afectados por la ampliación del rajo de la mina actual.
Pero ambientalistas dicen que el impacto en los glaciares cercanos podría ser devastador, sobre todo para los glaciares rocosos inmediatamente debajo de la superficie que tienen enormes cantidades de hielo.
Algunos analistas habían advertido que la ley argentina representaba un golpe de gracia para Pascua-Lama, la mina más alta del mundo, que se encuentra a lo largo de la frontera chileno-argentina. Pero es en Chile, donde acusado de violaciones “muy graves” a las normas de protección del medio ambiente, el proyecto de Barrick ha sido suspendido temporalmente, hasta que la empresa construya infraestructura para evitar la contaminación del agua en las operaciones de extracción de oro y plata.
Los detractores del proyecto dicen que las obras en Pascua-Lama han esparcido polvo en los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza, acelerando su retirada al atrapar calor de sus superficies. El agua descongelada de esos glaciares alimenta el río Estrecho, que abastece de agua a la comunidad indígena diaguita que vive río abajo.
Barrick ha dicho que acatará “los requisitos sobre medio ambiente y otras regulaciones” del lado de Pascua, en Chile. En Argentina, las autoridades ambientalistas no han bloqueado el proyecto por ahora, pero aún no se ha completado un inventario de los glaciares del país.
Algunos ecologistas han estado haciendo sus propios inventarios y han emitido una serie de informes sobre decenas de operaciones de minería en terrenos de glaciares.
Se espera que el Congreso chileno se ocupe del proyecto de ley sobre glaciares a mediados de octubre. Por ahora, no incluye protecciones para las áreas periglaciares ni permafrost y es menos severa que la ley argentina.
“Cualquier cambio que quiera decir que tienen que ser evaluados, los afectaría significativamente. Sería una nueva normativa sobre glaciares”, expresó Winston Alburquenque, profesor de leyes sobre recursos naturales de la Universidad Católica. “Claramente hay un cambio, una mayor conciencia ambiental y respeto por los recursos naturales”.