NUEVA YORK (AP) — Mariano Rivera podría abrir un museo con todos los obsequios que ha recibido de los equipos rivales durante su larga despedida del béisbol.
La tabla de surf que le regalaron los Atléticos de Oakland. A los Indios de Cleveland se les ocurrió darle un disco de oro enmarcado de la canción “Enter Sandman” de Metallica, la que suena en el estadio de sus Yanquis de Nueva York cuando es llamado para relevar, y suministrado por el Salón de la Fama del Rock and Roll. Las cinco bicicletas de paseo —para él, su esposa y tres hijos— que le entregaron en San Diego.
Pero tal vez el presente que más gracia le causó fue el pasado julio en Minnesota, donde los Mellizos tuvieron la ocurrencia de erigir una silla mecedora armada con bates rotos. Le inscribieron un ingenioso nombre: “La Mecedora de los Sueños Rotos”.
En cada acto, sus compañeros de los Yanquis y los jugadores oponentes admiran de pie los momentos.
“Se merece eso y mucho más, porque se trata de una leyenda viviente”, dijo Torii Hunter, jardinero de los Tigres de Detroit.
También han abundado los cheques con donaciones para su fundación benéfica e iglesia evangélica de la que su esposa, Clara, es pastora.
Pero el relevista panameño, que está por retirarse tras 19 temporadas en las Grandes Ligas, enfatiza que los regalos son tan solo un aspecto secundario.
Lo que Rivera más atesora han sido los encuentros con los fanáticos y empleados de los equipos rivales para conversar sobre cualquier tema.
En la de Oakland en junio, Rivera se disfrazó como repartidor de pizzas y sorprendió con una visita a Julie Vasconcellos, empleada de la sala de repartición de correspondencia de los Atléticos durante 25 años.
“¿Sabes por qué lo hice? Soy un individuo agradecido, de lo que las personas hacen por nosotros, no solo de los que arreglan el terreno, los empleados de oficina, de las personas que están detrás del telón, a las que nadie le da agradecimiento”, dijo Rivera en una entrevista de The Associated Press.
El intercambio de roles fue una idea inspirada en “Undercover Boss”, un programa de reality en el que un jefe se vestía de manera diferente para mezclarse como incógnito entre los empleados.
Una vez que decidió que este año iba a ser el último de su carrera, Rivera se reunió con Jason Zillo, el director de comunicaciones de los Yanquis, para buscar una manera original de enmarcar su retiro.
“Queríamos hacer algo distinto, perdurable y especial. De hablarlo con Mariano, surgió esta idea, con el concepto de querer dar las gracias”, dijo Zillo a AP. “Hay mucha planificación de por medio, coordinando con mis colegas de los otros equipos. Pero lo esencial fue no caer en el tedio, no repetir lo mismo, porque la temporada es larga”.
La respuesta que ha recibido Rivera ha sido de puro aprecio como lo relató Mary Forkapy, empleada del departamento de nómina de los Indios de Cleveland desde 1996.
“Fue algo muy sincero, muy cordial”, contó Forkapy. “Me dijo que yo era una persona muy importante”.
Esto es precisamente lo que Rivera se propuso hacer en vez de recibir adulación.
“Todo el mundo recibe mérito, pero yo quería hacer algo diferente. Agradezco todo lo que me regalan, pero lo que yo quiero es dar y estar con esas personas y darles las gracias”, afirmó. “He podido hacer todo lo que quería. Todo esto no tiene precio”.