JERSEY CITY, Nueva York, EE.UU. (AP) — Hace seis años, Manny Ramírez integraba uno de los peores equipos de la historia de la NFL. Como suplente.
Ahora, el hijo de mexicanos tiene una de las asignaturas más rigurosas con los Broncos de Denver: es el centro de la línea ofensiva y el encargado de entregarle el balón a Peyton Manning.
Ramírez está bajo las órdenes directas de Manning, tal vez el quarterback más exigente de la liga, al cual describe como “El General”.
El vuelco que dio la carrera de Ramírez es increíble. De integrante de los Lions de Detroit que perdieron sus 16 partidos en 2008, a estar preparándose para disputar el domingo el Super Bowl ante los Seahawks de Seattle.
Todo en su primer año en una posición en la que no jugaba desde el 2000 cuando estaba en el equipo de su escuela secundaria en Houston.
“Ha sido una bendición haber podido responder a la confianza y mantenerme con mi función en el equipo durante toda la temporada”, dijo Ramírez. “Era la oportunidad que siempre había estado esperando, así que desde el momento en el que le hice las primeras entregas a Peyton, me decía: ‘ahora sí, es tuyo, este es mi trabajo”’.
Ramírez quedó como el centro cuando los Broncos decidieron modificar la composición su línea ofensiva para que se amoldara al estilo de juego de Manning.
El laureado quarterback firmó contrato con Denver tras someterse a una serie operaciones en el cuello que afectaron la manera como movía su brazo derecho.
Manning dejó de depender de la potencia de su brazo derecho. Ahora es un mariscal de campo que precisa mover la cadera y el torso de manera correcta para generar fuerza en sus pases. Y para ello necesitaba disponer de un suficiente margen de maniobra.
Los Broncos buscaron hombres más altos y corpulentos para que fuesen los guardaespaldas de Manning.
Ramírez, por ejemplo, pesa 320 libras (145 kilogramos). Louis Vásquez (335 libras, 151 kilos) y Zane Beadles (305, 138 kilos) son los encargados de custodiar por la derecha y la izquierda, respectivamente.
El trío ha sabido proteger a Manning, cuyos 20 derribos sufridos representaron la cantidad más baja de los quarterbacks que fueron titulares en todos los partidos de su equipo.
“Ha sido sensacional trabajar con Peyton”, dijo Ramírez. “Hemos tenido por nuestros altibajos, que es lo normal, pero estamos siempre trabajando para mejorar y estar en sintonía para el siguiente partido”.
Con Ramírez como centro, Manning rompió los récords de yardas mediante pases (5.477) y de envíos de touchdown (55) en una temporada. Knowshon Moreno superó por primera vez las 1.000 yardas en acarreos. Y los Broncos se convirtieron en el primer equipo que anota más de 600 puntos en una campaña.
“Lo que ha hecho Manny es tremendo”, destacó Manning. “Le tocó cambiar de posición, de escolta al centro. Eso no es fácil y menos para nuestra ofensiva que es muy dinámica. Su desempeño fue mejorando semana tras semana”.
Ramírez le tapó la boca a sus detractores, que consideraban que no duraría mucho como titular.
“Al inicio de la temporada se decía que Manny no iba a poder con el reto”, comentó Dave Magazu, el coach de la línea ofensiva de los Broncos. “Manny supo demostrarles que estaban muy equivocados”.
La carrera de Ramírez tocó fondo al ser despedido por Detroit durante el primer mes de la temporada de 2010. No pudo encontrar otro equipo en esa campaña, por lo que empezó a buscar opciones para ganarse la vida. Pensó en volver a la Universidad de Texas Tech para completar sus estudios en ciencia deportiva.
“Esos son los momentos en los que debes poner las cosas en perspectiva. Te preguntas si puedes dar la talla en esta liga, hay que ponerse a pensar en el bienestar de tu familia”, dijo Ramírez. “Pero al final se me hizo realidad el más bonito de los sueños y aquí estoy, en un Super Bowl”.